Desde hace un par de meses estamos más instruidos que nunca en conceptos como cepas, bacterias, alertas sanitarias, E. coli, …para describir lo acontecido en la llamada “crisis del pepino”. Los españoles y en concreto las empresas hortofrutícolas murcianas, valencianas y andaluzas se han visto envueltas en un sinfín de acusaciones sobre los sistemas de producción, manipulación y distribución de nuestros productos. Y resulta anecdótico porque los controles a los que se ven sometidos las empresas de esta índole son bastante altos si los comparamos con empresas similares de otros países que también venden a la UE y en concreto a Alemania.
Es curioso que para seguir el rastro de la bacteria causante de la crisis alimentaria de los últimos meses en Alemania se ha tenido que “buscar” multitud de pruebas hasta llegar a una partida de semillas de fenogreco procedentes de Egipto según ha manifestado la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) como la causa más probable del brote de bacteria E. coli que ha afectado a Francia y Alemania.
Los legislación española en materia alimentaria, los protocolos de seguridad alimentaria privados establecidos por grandes grupos de distribución (BRC, IFS, Nature Choice, Globalgap, …) y los sistemas de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC) tienen que ser extensibles a todas y cada una de las fases del proceso alimenticio; desde la siembra, recolección, manipulación y fabricación hasta su distribución y transporte a los diferentes canales de comercialización. Pero, ¿nos hemos parado a pensar que los medios logísticos que utilizamos son también parte importante de la cadena de suministro y por tanto de la seguridad alimentaria?. No existe un control completo de la cadena alimentaria si no mantenemos la temperatura adecuada durante el transporte o si mezclamos productos incompatibles o no mantenemos una estricta limpieza y mantenimiento de los vehículos.
Los transportistas lo saben bien y por ello desde hace más de dos décadas vienen cumpliendo el acuerdo internacional (ATP), a través de unas normas que garantizan el transporte de alimentos en condiciones óptimas para su consumo. Además de las condiciones higiénico-sanitarias, que prohíben, por ejemplo, mezclar carne cruda con vegetales durante el trayecto, exige una temperatura concreta de conservación y un modelo de camión adecuado (isotermo, refrigerado, frigorífico o calorífico).
El transporte de mercancías incorpora un alto valor añadido al producto; si pensamos que el tiempo que pasa un producto perecedero en todo el proceso logístico es muy superior al que pasa en los almacenes donde se manipula quizás veamos la gran importancia del transporte en la cadena alimentaria. De hecho, los protocolos privados de seguridad alimentaria tan extendidos en las industrias agroalimentarias están comenzando a implantarse en las empresas de transporte y logística; BRC o IFS tienen ya desarrollados protocolos para empresas de transporte y de logística y en la actualidad algunas empresas de transporte ya disponen de estos protocolos.
Estos protocolos no son más que especificaciones y controles que muchas empresas ya están realizando y que tienen como objetivo garantizar la inocuidad de los alimentos:
- controles en la carga, ruta y descarga de mercancía, de la temperatura y de la estiba,
- limpieza adecuada de los vehículos para evitar contaminaciones,
- mantenimiento responsable del vehículo,
- sensibilización del conductor en aspectos higiénico sanitarios y en buenas prácticas de manipulación, si fuera el caso,
- control de proveedores y subcontratistas que participan en el proceso logístico,
- …
Sería un paso más en la cadena de la seguridad alimentaria integrar en mayor medida estos protocolos en las empresas de transporte y que las empresas murcianas, valencianas o andaluzas puedan demostrar que no sólo las industrias agroalimentarias disponen de controles más que suficientes para garantizar la seguridad e inocuidad de los alimentos sino también quienes realizan su transporte y distribución.
Para más información contactar con Isabel Mercader Roca, Directora de Superia Consultores en i.mercader@superia.es