Cualquier fórmula es planteable y en los últimos meses grandes economistas apoyan indiscutiblemente una o ambas fórmulas para superar esta interminable crisis.
Si trasladamos lo que ocurre a nivel macroeconómico a lo que está sucediendo en las empresas la realidad es similar con ciertos matices. Algunos ejemplos que estamos viviendo así lo demuestran:
Las empresas al igual que el estado están bajando sus volúmenes de ingresos y la solución no pasa precisamente por endeudarse más sino, primero, por ajustar sus estructuras a la realidad de su facturación y, segundo, por la búsqueda de nuevos productos, servicios o mercados capaces de absorber la bajada de ventas sufrida. Pero sin lo primero no podemos trabajar lo segundo.
Las empresas se enfrentan con grandes problemas de liquidez ocasionados por la falta de empuje del sector bancario, las restricciones de las líneas de financiación, la morosidad latente de muchos clientes y el ajuste en márgenes de la mayor parte de los productos vendidos. A este respecto sólo dos sugerencias y algunas cuestiones que nos tendríamos que plantear.
Comenzaremos por las sugerencias. Es cierto que la mayor parte de las empresas necesitamos a los bancos para que “simplemente” nuestro apreciado circulante fluya sin problemas, sobre todo si pagamos a una media de 45 días y cobramos a más de 80 días incluyendo aquí los buenos pagadores que puedan ser algunos de nuestros clientes (y si no realicen una prueba y vean cómo pagamos y cobramos de verdad), pero también es cierto que los bancos nos necesitan para seguir creciendo. Refinanciar nuestra deuda a corto por otra a medio plazo nos puede permitir respirar un poco más pero si nuestro negocio no tiene margen, si vivimos en el eterno “déficit” acabaremos por “refinanciar lo refinanciado” y esto tiene un final triste.